Hoy en día vivir en una ciudad se ha vuelto un tema de discusión entre la parte favorecedora y todos los malos puntos que esto puede conllevar. Ciudades tales como Barcelona, Londres, Tokio, la Cuidad de México, Monterrey, etc. Por enumerar unas cuantas están pasando. Estar dentro de estas ciudades es un ejercicio cotidiano que se va asociando más con el tiempo que con el espacio.
Los lugares comienzan a perder su crisma, la esencia que los vuelven algo sobresaliente de ese sitio por lo mismo del ajetreo de las personas y la vida tan rápida que ya están acostumbrados a vivir. En ocasiones el mirar queda de más, lo único que está en mene es llegar al sitio deseado lo más rápido posible. Todo esto debido a qué… pues al excesivo movimiento, tráfico, personas, etc. En ocasiones las personas no pueden permanecer en un mismo sitio por más de diez minutos, ya que tienen una sensación y una necesidad de movimiento por lo ajetreado de la misma ciudad.
Lo que vuelve a una ciudad importante en parte se podría decir que son los sitios turísticos, recreativos, históricos, etc. Aquellos donde las personas puedan pasar un rato agradable, convivir con los demás y abrir nuevos esquemas de vida, pero esto se vuelve cada vez más difícil, ya que para llegar a todos estos lugares parece ser un sacrificio brutal, ya que trasladarse es un gran desafío. En algunos lugares las travesías se ven más como una ruta de evacuación que como un paseo. La vida es más rápida, ves a todos caminando a paso veloz, empujones, insultos, ruidos, desesperación, enojo, etc. Dando como resultado que un recorrido agotador consiste en suponer que el auto no es un medio de trasporte sino una vivienda.
Las personas ya no disfrutan del entorno que los rodean, de todos los elementos urbanos añadidos a su propia ciudad ya que lo que ellos buscan es el descanso, dormir mientras toman el camión, el tren o subway, olvidarse de todo lo que los rodea y obtener un minuto de tranquilidad, de reposo. Todo esto se vuelve una rutina, acciones consecutivas y repetitivas que todos odian hacer y lo único que esperan es alejarse separados de esa ciudad ya que sus vidas se estructuran en torno a espacios cerrados y medios de transporte.
Hacer una ciudad no es fácil y nunca lo fue, tiempo atrás buscando la forma perfecta para conectar las grandes avenidas en los lugares principales, calles, callejones, todo ello en formas reticulares, concéntricas, radio-céntricas o simplemente circulares, pero, que pasó después de todo eso, las personas no se ponen a pensar el dialogo existente entre el espacio y la demografía. Pasar de una ciudad pequeña a una extra grande tiene muchas diferencias y consigo se obtienen severos cambios de comportamiento urbano.
Paradoja tras paradoja, vivir hoy en día en una de estas grandes ciudades resulta típico, idéntico a los demás sitios donde la gente vive como si no existiera, tomándolos como zombis o gente que sólo cumple con asistir a su trabajo haciendo todo en monocromía sin pensar ni mucho menos analizando sus actos. Aquí, en las grandes ciudades moverse no es completamente necesario, ya que la cuidad migra para sí misma, se desplaza, adquiere otra piel, lo cual se traduce como mascaras que la van cubriendo de las diferentes etapas, donde la arquitectura va cambiando radicalmente y los gustos de cada persona va abriendo nuevas fronteras. Aunque alguien decida que tal cosa se ve bien o bonito, estas instalaciones espontaneas dependen menos de una vocación artística que de u simple afán de expresar una propia identidad. Son en aquellas ciudades donde todo se destruye y donde al mismo tiempo se decide que eso inservible, lo que ya no da para más, que trasforma en seña, y pase a ser algo impresionante, ya que lo que siempre permanecerá en una ciudad será el residuo.
Los lugares comienzan a perder su crisma, la esencia que los vuelven algo sobresaliente de ese sitio por lo mismo del ajetreo de las personas y la vida tan rápida que ya están acostumbrados a vivir. En ocasiones el mirar queda de más, lo único que está en mene es llegar al sitio deseado lo más rápido posible. Todo esto debido a qué… pues al excesivo movimiento, tráfico, personas, etc. En ocasiones las personas no pueden permanecer en un mismo sitio por más de diez minutos, ya que tienen una sensación y una necesidad de movimiento por lo ajetreado de la misma ciudad.
Lo que vuelve a una ciudad importante en parte se podría decir que son los sitios turísticos, recreativos, históricos, etc. Aquellos donde las personas puedan pasar un rato agradable, convivir con los demás y abrir nuevos esquemas de vida, pero esto se vuelve cada vez más difícil, ya que para llegar a todos estos lugares parece ser un sacrificio brutal, ya que trasladarse es un gran desafío. En algunos lugares las travesías se ven más como una ruta de evacuación que como un paseo. La vida es más rápida, ves a todos caminando a paso veloz, empujones, insultos, ruidos, desesperación, enojo, etc. Dando como resultado que un recorrido agotador consiste en suponer que el auto no es un medio de trasporte sino una vivienda.
Las personas ya no disfrutan del entorno que los rodean, de todos los elementos urbanos añadidos a su propia ciudad ya que lo que ellos buscan es el descanso, dormir mientras toman el camión, el tren o subway, olvidarse de todo lo que los rodea y obtener un minuto de tranquilidad, de reposo. Todo esto se vuelve una rutina, acciones consecutivas y repetitivas que todos odian hacer y lo único que esperan es alejarse separados de esa ciudad ya que sus vidas se estructuran en torno a espacios cerrados y medios de transporte.
Hacer una ciudad no es fácil y nunca lo fue, tiempo atrás buscando la forma perfecta para conectar las grandes avenidas en los lugares principales, calles, callejones, todo ello en formas reticulares, concéntricas, radio-céntricas o simplemente circulares, pero, que pasó después de todo eso, las personas no se ponen a pensar el dialogo existente entre el espacio y la demografía. Pasar de una ciudad pequeña a una extra grande tiene muchas diferencias y consigo se obtienen severos cambios de comportamiento urbano.
Paradoja tras paradoja, vivir hoy en día en una de estas grandes ciudades resulta típico, idéntico a los demás sitios donde la gente vive como si no existiera, tomándolos como zombis o gente que sólo cumple con asistir a su trabajo haciendo todo en monocromía sin pensar ni mucho menos analizando sus actos. Aquí, en las grandes ciudades moverse no es completamente necesario, ya que la cuidad migra para sí misma, se desplaza, adquiere otra piel, lo cual se traduce como mascaras que la van cubriendo de las diferentes etapas, donde la arquitectura va cambiando radicalmente y los gustos de cada persona va abriendo nuevas fronteras. Aunque alguien decida que tal cosa se ve bien o bonito, estas instalaciones espontaneas dependen menos de una vocación artística que de u simple afán de expresar una propia identidad. Son en aquellas ciudades donde todo se destruye y donde al mismo tiempo se decide que eso inservible, lo que ya no da para más, que trasforma en seña, y pase a ser algo impresionante, ya que lo que siempre permanecerá en una ciudad será el residuo.
El vivir en un sitio es expresar diferentes experiencias de vida y junto con ellas todas sus alteraciones físicas pero también con un poco de ayuda de nuestra propia memoria. Es aquí donde cada quien recuerda aquel sitio de una forma especial y donde ese sentimiento se quedara grabado por siempre aunque esa ciudad se mantenga en constante cambio y diferencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario